“Dignidad humana no depende de la ciudadanía de una persona o de su estatus migratorio”
WASHINGTON—La siguiente declaración fue emitida en respuesta a las medidas tomadas por la Administración Trump rescindiendo las directrices relacionadas con las “áreas protegidas” en la aplicación de las leyes de inmigración.
“La atención médica católica, las agencias de Caridades Católicas, y los otros ministerios de servicios sociales de la Iglesia trabajan cada día para alimentar, albergar, sanar, educar y satisfacer las necesidades de personas en comunidades a través de nuestra nación. Por medio de estos ministerios—junto con la responsabilidad de la Iglesia de proclamar el Evangelio y celebrar los sacramentos—sostenemos la creencia que todas las personas son concebidas con dignidad inherente, reflejando la imagen de Dios. A través de nuestras parroquias, albergues, hospitales, escuelas y otras instituciones de la Iglesia, reconocemos que esta dignidad no depende de la ciudadanía de una persona o de su estatus migratorio. Además, los servicios caritativos que brindamos son fundamentales a quienes somos como cristianos. ‘Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia.’ (Deus caritas est, no. 25)
“Reconocemos la necesidad de la justa ejecución de la ley de inmigración y afirmamos la obligación del gobierno de llevarla a cabo de manera segmentada, proporcional, y humana. Sin embargo, la ejecución de la ley de inmigración que no sea de manera urgente en las escuelas, lugares de culto, agencias de servicios sociales, centros de atención médica u otros entornos sensibles donde las personas reciben servicios esenciales es contraria al bien común. Con la sola rescisión de la directriz sobre áreas protegidas, ya estamos presenciando reticencias entre los inmigrantes de participar en la vida diaria, incluyendo enviar a sus hijos a la escuela y asistir a servicios religiosos. Todas las personas tienen el derecho a cumplir su deber a Dios sin temor. Convirtiendo los centros de atención médica, sanación, y consuelo en lugares de miedo e incertidumbre para aquellos que los necesitan, mientras se pone en riesgo la confianza entre pastores, proveedores, educadores, y las personas quienes reciben sus servicios, no hará más seguras a nuestras comunidades.
“Nuestras organizaciones se encuentran preparadas para forjar un mejor camino hacia delante que proteja la dignidad de todos aquellos a quienes servimos, que defienda el deber sagrado de nuestros proveedores, y que asegure que nuestras fronteras y sistema migratorio sean gobernados con misericordia y justicia.”
Esta declaración fue ofrecida por el Obispo Mark J. Seitz, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Sor Mary Haddad, presidenta de RSM y directora ejecutiva de la Asociación Católica de Salud de los Estados Unidos, y Kerry Alys Robinson, presidente y directora de Caridades Católicas USA.
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